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Esta semana, dentro de nuestro Proyecto Emocionario, hemos trabajado la felicidad y la alegría.

Y es que en un principio íbamos a trabajar la felicidad. Y les presenté esta ilustración:
 
 
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Y una vez desvelado el misterio, leímos y hablamos sobre la felicidad. Pero me di cuenta de que quizás lo entenderían mejor si trabajábamos a la vez la alegría, así que durante la sesión pasamos de una a otra, intentando diferenciarlas a base de ejemplos. Creo que costó un poquito ;-)
Aquí tenemos la ilustración de la alegría:
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Vimos que la felicidad es una sensación de satisfacción hacia tu propia persona, es algo permanente en el tiempo. En cambio, la alegría (también llamada júbilo, contento o gozo) es causada por un motivo placentero, agradable, y es de corta duración. Es decir, que una persona puede no estar alegre todo el tiempo (todos tenemos altibajos emocionales y días o momentos de mayor energía y optimismo, y otros en que nos sentimos desmotivados o tristes por algún motivo), pero ser feliz en todo momento. Y al contrario, una persona que se siente infeliz durante un tiempo prolongado, puede vivir momentos de alegría.
A la hora de buscar experiencias en nuestras vidas de felicidad y alegría, les di vía libre para que hablaran sobre una u otra indistintamente, pero vi que no las diferenciaban (para ellos, montar en una montaña rusa les proporcionaba felicidad, cuando en realidad les proporciona alegría), así que entre todos hablamos de las cosas que nos hacen felices en general y luego ellos me contaron sus experiencias de alegría, ya que les resultaban mucho más fáciles de identificar.
En lo que estábamos todos de acuerdo es que nuestra familia nos proporciona felicidad. Y es que es uno de los pilares fundamentales en la vida, formar parte de nuestra familia, sentirnos amados, protegidos, cuidados... Y Óscar contribuyó con algo importantísimo: ¡también queriendo nosotros a nuestra familia!. Pues claro que sí, y es que dar amor es algo que nos hace tremendamente felices.
Otro aspecto fundamental es hacer lo que a uno le gusta. Y no hablamos sólo de momentos de diversión o juego, sino que en la vida uno tiene que intentar invertir su tiempo en cosas que le gusten. A la hora de elegir un trabajo es fundamental que haya un componente motivacional, porque va a ser una lucha continua lograr la felicidad pasando tantas horas al día haciendo algo que no te gusta en absoluto, que no te motiva o que, incluso, te incomoda. Mis niños, en cambio, no pueden elegir, porque ahora deben ir al colegio y estudiar, ese es su "trabajo". Pero también hay que aprender a disfrutar de las cosas que hacemos (siempre hay lado bueno y aspectos positivos) para contribuir a nuestra felicidad
Otras cosas que contribuyen a nuestra felicidad es estar saludables (hemos visto en clase cómo cuidar nuestro cuerpo con buena alimentación y ejercicio físico), alcanzar los objetivos que nos marcamos interiormente (a diferencia de los objetivos que nos marcan los demás, que pueden o no producirnos felicidad), tener metas en la vida (y no sólo "vivir por vivir"), disfrutar de las cosas pequeñas de la vida... En fin, todo aquello que nos produce satisfacción personal y contribuye a nuestro propio bienestar. Porque si algo tiene la felicidad es que no puede transmitirse a otra persona, es algo individual.
Tampoco nos extendimos mucho más porque creo que el concepto de felicidad les resultaba algo complicado de entender. Me conformo con que se hayan quedado con lo más importante. Continuamos con el ejemplo de la montaña rusa, que supuestamente nos daba felicidad, preguntándonos: "¿Y si por el motivo que fuera, no pudiéramos volver a montar jamás en una montaña rusa, no podríamos ser felices igualmente en la vida?" ¡Pues claro que sí! Porque la felicidad se sustenta en cosas más profundas.
Nos centramos después en la alegría (lo contrario de la tristeza), en esos momentos en que nuestra energía aumenta y nuestra manera de pensar es más positiva (les hablé del vaso medio lleno y medio vacío y tampoco habían oído hablar de eso en su vida. ¡Si es que son muy peques!).

Esta semana voy a llevar a los peques el archiconocido cuento "La pequeña oruga glotona", para trabajar en mi aula
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Esta historia acerca a los más pequeños a la magia de la metamorfosis en la naturaleza. El libro narra de forma muy creativa el proceso de crecimiento de una oruga, desde que sale del huevo y se alimenta, hasta que construye el capullo y se convierte en mariposa. Y, aunque la oruga es muy pequeña, tiene un hambre enorme. Tanta, que ¡hasta agujerea el libro la muy glotona!

Tengo que admitir que es un cuento que no pensaba trabajar dentro de este proyecto, porque está destinado claramente a la etapa de infantil. ¡Así que tomad nota todos los que tengáis niños en esa etapa! Es simplemente genial para usar desde los 3 años porque las posibilidades de trabajo a partir de él son infinitas: los números, los días de la semana, los alimentos, el ciclo de las mariposas... Además, la cantidad de recursos que se encuentran en internet es enorme: fichas para colorear, multitud de ejemplos para realizar actividades plásticas, actividades interactivas, fichas para trabajar los números, la secuencia de la historia... En fin, no hace falta entretenerse mucho para dar con algo interesante. Podría poner enlaces a múltiples recursos, pero creo que lo mejor es que busquéis vosotros mismos y elijáis en función de vuestros gustos y necesidades, porque ¡hay mucho material! Por poner un ejemplo, aquí tenéis un scribd con actividades diversas:
Las ilustraciones, tengo que decirlo, son geniales. ¡A los peques les encantan!
Podéis encontrar muchas versiones de este libro: tapa dura, mini, desplegable, desplegable mini, va contigo (para colgar en el carrito), títere de dedo, para pintar, edición especial, mi propia oruga glotona... Yo tengo el de tapa dura, porque es muy resistente para poder manipular una y otra vez.
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Se trata de un cuento al que le había echado el ojo hace bastante tiempo, ya que las protagonistas son las emociones.
El Monstruo de Colores no sabe qué le pasa. Se ha hecho un lío con las emociones y ahora le toca deshacer el embrollo. Una historia sencilla y divertida, que introducirá a pequeños y a mayores en el fascinante lenguaje de las emociones".
Creo que es bastante evidente que la educación emocional está en auge en los últimos tiempos. Cada vez somos más conscientes de la importancia de trabajar este aspecto desde bien pequeñitos. Antes, no sólo no existía la educación emocional, sino que muchas veces se reprimían las emociones: los niños no lloran (y los hombres todavía menos), las niñas sí pueden (en las mujeres la tristeza está mejor vista, ellas son así) pero han de reprimir la rabia (que es más aceptada socialmente en los hombres), no hay que enfadarse, no hay que tener miedo... ¿Y por qué había que reprimir las emociones? ¿Acaso hay emociones buenas y emociones malas? Hoy sabemos que no es así, que todas las emociones son necesarias, y la reacción a diferentes estímulos. Hoy sabemos que si reprimimos las emociones, si no sabemos identificarlas y expresarlas, si las evitamos, sólo vamos a conseguir generar malestar e incluso intensificarlas (la tristeza se puede convertir en depresión, el miedo en ansiedad...). Hoy invitamos a los niños a hablar de cómo se sienten, de sus reacciones, les animamos a contar sus miedos para superarlos, les abrazamos si están tristes y les escuchamos.

Nunca hay que menospreciar las emociones de los niños, aunque sus miedos nos parezcan absurdos, aunque pensemos que no tienen motivos para estar tristes (¡uy, pues todo sea eso! ¡ya verás cuando seas mayor!), aunque no entendamos por qué se han enfadado. Son sus sentimientos, lo que para ellos es importante en ese momento. Hay que escucharles y acompañarles en el fascinante mundo emocional, porque si no lo hacen desde que son niños, les resultará más complicado cuando sean adultos. 

 
Creo que es bastante evidente que la educación emocional está en auge en los últimos tiempos. Cada vez somos más conscientes de la importancia de trabajar este aspecto desde bien pequeñitos. Antes, no sólo no existía la educación emocional, sino que muchas veces se reprimían las emociones: los niños no lloran (y los hombres todavía menos), las niñas sí pueden (en las mujeres la tristeza está mejor vista, ellas son así) pero han de reprimir la rabia (que es más aceptada socialmente en los hombres), no hay que enfadarse, no hay que tener miedo... ¿Y por qué había que reprimir las emociones? ¿Acaso hay emociones buenas y emociones malas? Hoy sabemos que no es así, que todas las emociones son necesarias, y la reacción a diferentes estímulos. Hoy sabemos que si reprimimos las emociones, si no sabemos identificarlas y expresarlas, si las evitamos, sólo vamos a conseguir generar malestar e incluso intensificarlas (la tristeza se puede convertir en depresión, el miedo en ansiedad...). Hoy invitamos a los niños a hablar de cómo se sienten, de sus reacciones, les animamos a contar sus miedos para superarlos, les abrazamos si están tristes y les escuchamos. Nunca hay que menospreciar las emociones de los niños, aunque sus miedos nos parezcan absurdos, aunque pensemos que no tienen motivos para estar tristes (¡uy, pues todo sea eso! ¡ya verás cuando seas mayor!), aunque no entendamos por qué se han enfadado. Son sus sentimientos, lo que para ellos es importante en ese momento. Hay que escucharles y acompañarles en el fascinante mundo emocional, porque si no lo hacen desde que son niños, les resultará más complicado cuando sean adultos.

Cuento que me descubrió una de las mamas de mi aula; me lo dejó unos días y tuve que comprarle. A los niños/as les encantó.

Cuando leí este cuento por primera vez, me pareció un cuento "como los de antes". Sencillo y muy, muy tierno (aprovecharemos para recordar la ternura como emoción trabajada en nuestro Proyecto emocionario). En fin, ¡que me encantó!. Además, tiene unas ilustraciones preciosas y que nos revelan a la perfección las emociones tanto del lobo como de la ovejita. ¡Podrían transmitirse aún sin texto! Como valores, destacan la amistad, la solidaridad y la necesidad de ayudar a los más débiles. Y como emoción principal, lo he comentado anteriormente: la ternura. Y es que, si recordarmos nuestro emocionario, dice en una de sus frases: "Sentimos ternura ante personas, seres y objetos indefensos o que no parecen amenazadores".

Un nuevo libro que hará las delicias de nuestros niños/as. Incluso ellos/as mismos pueden contarle a sus compañeros/as.


Como podeis ver los niños/as son capaces de reproducir actividades de la vida diaria del aula. En este caso es contar ellos/as el cuento a " la hora del cuento"; eslaa magia de los libros.






Libro que descubrí por casualidad y uno de los preferidos de los niños/as de mi aula. Es uno de esos libros que hay que contarles todas las semanas y sobre todo en el periodo de adaptación.


Juan se lo pasa en grande jugando al escondite con su mamá.